miércoles, 19 de enero de 2011

PEQUEÑAS DELICIAS DE LA VIDA CONYUGAL

Es sabido que las esposas y el fútbol nunca se llevaron bien, a excepción de tiempos mundialistas y partidos de Argentina, donde uno debe tolerar los comentarios desafortunados y poco certeros de lo que sucede en el campo de juego y el griterío a destiempo con cualquier jugada pelotuda, todos los otros eventos futbolísticos suelen ser denostados por nuestras cónyuges. De más está decir que esta enemistad hacia el balompié se ve agravada cuando su propio esposo pretende ser el protagonista del juego. Más precisamente los sábados por las tardes. El reproche inicial es el tan trillado "al fin de cuentas está antes el fútbol que yo". La respuesta sincera, de no ser por no generar un escándalo de proporciones en los próximos 15 años debería ser: "y sí querida, muchos años antes de conocerte yo ya me había enamorado de la redonda. Ella entró en mi vida y mi corazón antes que vos". Pero bueno, hay que ser muy macho para realizar tremendo acto de sincericidio.
El día sábado, para quienes esperamos ansioso el momento de acudir al juego, en los casados o concubinados, viene acompañado con una serie de particularidades que obedecen a conductas de nuestras esposas que rodean al evento deportivo.
La mañana del sábado nos despierta en primer lugar mirando el tiempo para saber si se juega y en segundo lugar con una pregunta reiterada, innecesaria y hasta sorprendente de nuestra amada: "¿vos hoy vas a ir a jugar al fútbol?". Ahí ya comienza a rodar el engranaje de una serie de sucesos que durarán por varias horas. Obviamente sabe que hace 25 años que los sábados nos vamos a jugar al fútbol.

Lo que sigue puede variar según la situación planteada. Están aquellas que se preocupan por nuestro estado de salud: "¿vas a ir igual?, si estuviste toda la semana diciendo que te dolía el hombro. Después no quiero escucharte quejar". A veces esa preocupación viene relacionada con el tiempo. Si el clima está lluvioso: "¿van a jugar igual?, ustedes están  locos se van a terminar engripando". Si el día es caluroso: "con este calor un día de estos uno se va a caer redondo".-
Esta serie de planteos disuasivos suelen venir acompañados de otros intentos para lograr nuestra incomparecencia a la cancha: "algún sábado te podrías quedar a compartir algo". A veces con el agregado de "al final yo soy siempre la boluda que se queda sola",   como si esa fuese nuestra culpa. Otras tantas intentan hacernos recordar sus derechos que jamás se le desconocieron ni se le impidió que ejercieran, planteado de manera amenazante: "yo también tengo derecho a salir, así que a partir de ahora voy a empezar a hacer mis cosas, bla bla bla bla....". Y están las otras que nos proponen alternativas totalmente antieconómicas y aburridísimas, comparándonos con el pelotudo, pollerudo marido de la amiga que jamás tocó una pelota de fútbol en su vida: "fijate como Roberto se queda todos los sábados con Susana y salen a caminar, van a ver vidrieras, a pasear al shopping. ¿por que vos no podés hacer lo mismo?.
A medida que se acerca el horario del partido la cosa se empieza a complicar.  El pedido de colgar un cuadro, correr un mueble pesadísimo, arreglar la lamparita del baño generalmente nos llega de manera sorpresiva y cuando ya estamos con el bolsito en la mano. Si a alguno le sucedió que en un momento así le dijeran: "amor, antes de irte no me harías un favor...." es pura coincidencia.-
Ni hablar de la magnitud que todo esto toma cuando hay hijos en común. "Vida, ya que vas a la cancha, Jaimito tiene un cumpleaños, ¿no lo acercás?". La cuestión no pasaría a mayores si no fuera porque el cumpleaños es a las 14 en una quinta ubicada detrás del Polo y la fecha nos tocó a las 14:30 en el empalme y en el trayecto debemos pasar a buscar a otros cinco amiguitos del nene.  Uno en cada rincón de la ciudad.-
Es que el tema del horario es también un hecho sorprendente. Aún no se puede comprender como luego de tantos años nos sigan preguntando: "¿hoy jugás el primer turno?, ¿a que hora vas?. Entiendo que ya deberían saberlo o bien averiguarlo en el fixture que tenemos colgadito en la heladera junto al sticker de la pizzería y la boleta impaga de la luz.
Pero si es complicada la cuestión del horario de inicio, el de regreso suele ser mucho peor. Retumba imperativo y autoritario el: "¿a que hora pensás volver?, mirá que necesito el auto para ir al supermercado".
Y ya que hablamos del auto, la verdad que el mismo es generador de una serie de reproches de los más variados. Desde el "vos siempre te llevás el auto y yo tenía que salir a hacer cosas". Nunca se sabe a ciencia cierta cuales son esas "cosas" que supuestamente tenían que hacer pero la queja siempre existe. También está el reproche humillante: "¿siempre tenés que ser vos el que va a buscar a los otros?. Al final te toman de boludo".-
El retorno a casa siempre será cuestionado, por supuesto, por el tema de la hora y más de una vez viene acompañado de un estricto control de alcoholemia: "mirá a la hora que venís!!!! MMMMMM, que baranda que tenés!!!! ¿cuantas cervezas te chupaste?.-
Nuestra indumentaria deportiva no queda ajena al relato. A la pregunta sencilla de "querida, ¿no viste mis vendas?", se le responde acompañando una enorme pase de factura tal como: "las tenés dobladas y guardadas en tu cajón con  la demás ropa. Quisiera saber si las otras esposas atienden al marido como lo hago yo con vos".
Por supuesto que ingresar nuevamente a casa cansado luego del desarrollo del juego no es tan sencillo. "¡ni se te ocurra entrar que estás todo embarrado y acabo de encerar toda la cocina!". Luego de descalzarnos, superar el primer escollo, logramos ingresar a la vivienda y nos dirigimos a sumergirnos en el baño reparador. Pero detrás viene el vigía advirtiendo: "no me vayas a dejar toda la ropa tirada que después la boluda la tiene que andar levantando".-
Como vemos, un partido de fútbol no es solo eso. Se empieza a jugar muchas horas antes y paradójicamente antes de empezar debemos echarle aire a la pelota para dar comienzo al juego, cuando contrariamente a las otras dos ya hace rato que las tenemos infladas.
Las horas finales del sábado bajan la intensidad de las quejas, reproches y cuestionamientos por una semana, pero aún así  ella no perderá el objetivo de maltratar nuestra pasión futbolera. Sobre el filo de la medianoche,ya tirado en el sillón viendo televisión, nos abrazará nos besará sugestiva y sensualmente, surgiendo el siguiente diálogo:
-"amor, no me dijiste como salieron esta tarde"
-"(grrrr) perdimos 4 a 0"
-"¡¡¡¿¿¿ 4 a 0???!!!!, jajaja, no se para que siguen yendo si no ganan nunca"